La gastronomía de Chile es producto de la mezcla entre la tradición indígena y el aporte colonial español, combinando sus alimentos, costumbres y hábitos culinarios.
En el siglo XX tuvo influencia de la reconocida cocina francesa, además de los aportes por parte de los inmigrantes de Alemania e Italia, a esto se lo conoce como “cocina criolla chilena”.
Chile es conocido mundialmente por la calidad de los vinos producidos, es por eso que a todas las comidas le acompaña una copa de vino chileno o el pisco. Este último es producido también en Perú, y es un aguardiente de uvas, elaborado fundamentalmente mediante la destilación del producto de la vid, como el brandy y el coñac, pero sin la prolongada crianza en barricas de madera.
Siguiendo los pasos culinarios chilenos, en las cartas se pueden observar una cantidad de exquisitos platos tradicionales, entre ellos: ajiaco, las empanadas de pino, los anticuchos, el pastel de choclo, la calapurca, el cancato, la carbonada, la cazuela, el chapalele, el curantolas, humitas, el charquicán, el milcao, la paila marina, la pantruca, porotos granados, el pulma, tomaticán, el pastel de papa, entre otros.
El elemento característico del ámbito culinario chileno es la variedad y calidad de pescados, mariscos y algas, favorecida por la situación geográfica en la que se encuentra el país.
Dependiendo de las regiones, las recetas y el modo de preparación pueden variar. En cambio se pueden diferenciar tres zonas gastronómicas específicas: Norte de Chile, Centro de Chile y del Sur de Chile.
La diferencia entre ellas radica entre los productos de las culturas indígenas, los producidos de la tierra, como el maíz y otras verduras y de las diversas carnes de animales y bichos del mar.